El Arma Aérea, otro de los pilares de la Armada, junto con los buques de superficie y la Infantería de Marina, tampoco pasa por sus mejores momentos. De las seis escuadrillas con que cuenta actualmente, ninguna tiene previsto un programa que reemplace a sus veteranas unidades, algunas de ellas con más de cuarenta años en su fuselaje, como en el caso de los veteranos Sikorsky S-61 Sea King, que pasaron de un cometido antisubmarino a otro de transporte en operaciones anfibias. Inicialmente se habló de reemplazarlos por el NH-90, pero el director general de Armamento y Material cuando se hizo el contrato y hoy jefe de Estado Mayor de la Defensa, general Rodríguez, olvidó que para que para que un helicóptero pueda embarcar en una unidad de la Armada debe ser la versión navalizada, es decir, de palas plegables y con un tratamiento especial contra la corrosión del agua de mar. Con los aviones de la Armada ocurre otro tanto: los de despegue vertical Harrier Bravo tienen sus días contados, dándose como fecha de su posible retirada el año 2020. Nada hay previsto para relevarlos y el único avión en condiciones de hacerlo sería el norteamericano Lockheed Martin F-35 en la versión de despegue vertical, que va a comprar la Marina italiana, en el mismo caso que la española, y el Cuerpo de Infanteria de Marina de los Estados Unidos, los famosos marines, para embarcarlos en sus buques anfibios de cubierta corrida y tener así apoyo de fuego propio.
En los buques de superficie la situación no es mejor, pues si bien la noticia de la reciente entrada en servicio del buque de proyección estratégica "Juan Carlos I", cuya ejecución ordenó el almirante Torrente en el año 2004 y, una vez autorizado por el Gobierno de D. José María Aznar, pudiera llevarnos a la conclusión de una mejora de las capacidades anfíbias de la Armada, la triste realidad es que el barco necesita la friolera de 35 millones de euros para completar su armamento, una cantidad que no puede salir de las exhaustas arcas de los arsenales, que pasan apuros para realizar el mantenimiento mínimo de los buques que salen al extranjero. El único portaviones español, el "Principe de Asurias", se encuentra en la cuerda floja, pues debería afrontar la modernización a mitad de vida de sus sistemas de combate y cambiar radares obsoletos, revisar su propulsión, mejorar los alojamientos, que no cumplen unas condiciones mínimas de habitabilidad dada su edad. Pero el elevado presupuesto para
para esta modernización tampoco ha sido aprobado por la Secretaría de Estado de Defensa, con lo que, mucho nos tememos, que este buque pasa a la situación de inmovilizado o, peor todavía, se ordene su desguace, al no ver a corto plazo una solución a este problema de la financiación. De las dos únicas escuadrillas de escoltas con que cuenta la Flota, la 31 y la 41, ya que la 11, 21 y 51 han ido cayendo con los años, tan sólo un buque de cada una estaría convenientemente preparado para operar en ultramar y realizar una misión de combate, y eso echando al resto de los recursos disponibles en los Arsenales. En lo referente a auxiliares, la reciente entrada del buque logístico "Cantabria" produce una mejora en la capacidad de aprovisionamiento en la mar de la Armada, por otra parte cubierta por el "Patiño", al ser petroleros de similar tamaño, pero obliga a retirar al mucho menor "Marques de la Ensenada" por falta de fondos para realizar la modernización que necesita a media vida, algo que algunos consideran un error, pues este pequeño petrolero de 7000 ton. ha dado mucho juego y a bajo costo.BUQUES DE ACCION MARITIMA
Esta política de desguace como medio cómodo de ahorrar recursos ha llevado a la Armada Española a la práctica desaparición del litoral, donde sólo languidecen las comandancias navales, faltas de recursos y patrulleros. Así, la otrora numerosa FUVIMAR (Fuerza de Vigilancia Marítima), que contaba con más de medio centenar de patrulleros ligeros de las clases "Alsedo", "Acevedo", "Anaga", "Alcanada", etc., se ha quedado sin efectivos, al haber sido enviados todos ellos al desguace, especialmente en los dos últimos años, dejando el actual jefe de la Armada tan sólo dos patrulleros ligeros de la clase "Formentor", de apenas 100 ton. de desplazamiento, para cubrir todo el extenso mar litoral español, pasando de esta forma la responsabilidad de su vigilancia y control al centenar de embarcaciones de la Guardia Civil, que de esta forma cubren el hueco dejado por la Armada, algo que rechina en lo más profundo de los miembros de la Armada, que pierde el contacto con la población española y sus embarcaciones. Además, los tenientes de navío han visto esfumarse sus posibilidades de mandar un buque en su empleo, algo que antes se consideraba condición sine qua non para el de capitán de corbeta, además de perder una experiencia importantísima. Imaginemos que el Ejército de Tierra liquida las compañías o el del Aire las escuadrillas, dejando sin mando a los capitanes.
Bien es cierto que aún quedan cuatro patrulleros de altura de la clase "Atalaya", más dedicados a defender los intereses marítimos españoles en la Zona Económica Exclusiva, además de cuatro ex corbetas de la clase "Atrevida" reconvertidas a este nuevo cometido, aunque ya en su último tercio de vida y que serán sustituidas por los nuevos BAM (Buque de Acción Marítima), que en número de cuatro fueron aprobados por la Administración anterior, número totalmente insuficiente, ya que serían necesarios un mínimo de 16 para poder estacionar cuatro en las bases navales principales de Ferrol, Cádiz, Las Palmas y Cartagena y poder cubrir al menos cada provincia marítima con uno. Por todo lo anterior, la ministra Chacón puede pasar a la historia como el único titular de Defensa que no ha firmado la construcción de un solo buque de guerra durante su mandato, ni un simple patrullero, algo que indica la poca atención que ha prestado su departamento a la Marina. Dentro de este recorrido por la grave situación que atraviesa la Armada, falta de recursos, no sólo para la adquisición de nuevas unidades, sino también en el capítulo de mantenimiento, hay que resaltar que, de rebote, esta carencia de inversiones significa un golpe bajo a los astilleros estatales de Navantia, firma que ocupa la primera división en el panorama mundial de la construcción naval, ganando importantes contratos gracias a su tecnología punta y abriendo mercados en lugares tan alejados de España como Tailandia, Malasia, Chile y recientemente, Australia, donde salió vencedora frente a competidores norteamericanos y franceses para la construcción de fragatas y buques anfíbios similares al "Juan Carlos I". Estos astilleros, con cerca de 6.000 empleados, posiblemente entren en graves pérdidas en 2011 si el Ministerio de Defensa no adjudica nuevos contratos para la Armada, especialmente en los tres astilleros de la Bahía de Cádiz, con varios miles de trabajadores, y que al día de hoy sólo tienen en cartera cuatro patrulleros de la Armada y se encuentran finalizando los últimos de un pedido venezolano. En ese sentido, habría que destacar la labor de una diputada al Congreso por Cádiz, cuya eficaz gestión parece que ha convencido a la ministra Chacón de que la industria auxiliar de la Bahía de Cádiz también tiene una importante dependencia de los contratos de la Armada con Navantia, por lo que, en principio, el Ministerio de Defensa podría acceder a la firma de la segunda serie de patrulleros tipo BAM, con una aportación inicial que se aproximaría al 10 por ciento del presupuesto para construir los cuatro buques. CONCLUSIONES
A España le vino el imperio por la mar y por la mar lo perdió debido a la desidia de sus gobernantes, una lección perfectamente aprendida por los países sajones, que, como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, etc., siempre han mantenido flotas importantes. Recordemos la guerra del fletán, en que Canadá opuso una flota impresionante de patrulleros de altura a buques poco preparados, como remolcadores de la clase "Mahón", que tuvieron que combatir olas de 12 m. en el Atlántico Norte. Decía el almirante Pita de Veiga, antiguo ministro de Marina, que una Armada como la española necesitaría construir anualmente 10.000 ton. de buques para mantener su estatus. desgraciadamente, en los cuatro años de la Administración Chacón no se va a dar la orden de ejecución de esas 40.000 ton., pero de esa cifra a cero, hay todo un margen donde moverse. La orden de ejecucuón de doce BAM y la sexta fragata de la clase "Alvaro de Bazán" daría un margen de confianza a la industria naval española, cuyos astilleros de Cádiz y Ferrol se quedárán sin trabajo para la Armada en cuestión de meses.
El desguace de unidades, medida fácil para eliminar problemas de mantenimiento, no debe seguir, pues es una forma irresponsable de deshacerse de unidades valiosas que cuesta mucho reponer, como en el caso del submarino "Siroco", cuya gran carena debería acometerse sin falta. La sustitución y renovación de las aeronaves del Arma Aérea, es un problema que no pueden resolver los astilleros y que debe discutirse al nivel más alto del Ministerio de Defensa, persiguiendo soluciones similares a las buscadas por la Marina italiana, quizás la más parecida a la española, si bien su presupuesto es el doble. Hace poco el jefe de la británica o First Sea Lord, almirante Stanhope, decía a los políticos que la Royal Navy no es un lujo y que su existencia era fundamental para la seguridad y prosperidad nacional. Nadie lo cesó por esas declaraciones, que estamos esperando se produzcan en el ámbito nacional.
Publicado en la revista Fuerzas de Defensa y Seguridad nº 391. Autor Jaime García del Cid.